Disección de una tiranía V

Conflictos armados en los que estuvo involucrados Cuba."Por Los Caminos del Mundo".

Por: José Luis García Paneque

Cuatro generaciones de cubanos  nacimos, crecimos y algunos –con dolor para familiares y amigos–perdieron la vida bajo la  consigna de “La guerra de todo el pueblo” y el miedo a un ataque armado del enemigo tradicional o de algún otro de ocasión que nunca llegaba.

La Isla fue convertida en un queso Gruyere de tantos túneles y  trincheras que se cavaron en las numerosas “ofensivas revolucionarias”. El objetivo era más que claro: mantener a un pueblo en perenne zozobra y no darle tiempo para pensar; era la constante ante cada crisis del régimen. La vida del cubano se puede resumir en una guerra perenne por la supervivencia y la vida en manos de un ególatra con espíritu de grandeza.

Incluso involucró a un pueblo indefenso en un conflicto que pudo haber provocado la desaparición no sólo de nuestra Isla, sino también de gran parte de la humanidad cuando estuvo a punto de causar una hecatombe nuclear con la crisis de los misiles de Octubre de 1962.

Desde que alcanzamos los 16 años, los cubanos somos inscritos en un registro militar,  participamos en movilizaciones, domingos “de defensa”, servicio militar obligatorio, maniobras militares y de por vida sujeto a una reserva militar según los ideólogos de estas guerras, ”si no sirves para la guerra, por lo menos sirves para las brigadas de producción y defensa”. Todo para defender “La Revolución y las conquistas del Socialismo”. ¡52 años después estamos recogiendo los sustentables logros de la obra de un Tirano”!

Exportar la guerra fue la doctrina, según uno de sus comandantes: “Era casi un reflejo. Cuba se defendía atacando a su agresor. Esta era nuestra filosofía. Los yanquis nos estaban acosando, de modo que teníamos que desafiarlos en todas partes. Por los caminos del mundo. Teníamos que dividir sus fuerzas para que no pudieran lanzarse sobre nosotros o sobre cualquier otro país con todo su poder, nuestra respuesta debía ser osada” (Víctor  Dreke),  aquí aplicaron sin escrúpulo alguno el quinto postulado de Santo Tomas de Aquino. 

“El tirano debe también provocar enfrentamientos armados tanto internos como externos, con el objeto de que no se pueda organizar cosa alguna contra él.”

Miles de jóvenes cubanos y padres de familia fueron obligados a marchar a guerras que jamás entendieron y no pocos entregaron sus vidas. Muchos son los cuerpos de cubanos que ni siquiera pueden reposar en la tierra que los vio nacer.

Yo era un adolescente cuando los hombres fueron llamados en oleadas para las guerras en Etiopía y Angola. ¡Qué sufrimientos para las familias ver partir a sus hijos, hermanos, esposos, sin saber a dónde iban ni cuando regresarían! Era todo un secreto y peor era para los que se negaban a marchar a una guerra que no les pertenecía. Estábamos aún en la etapa de “efervescencia revolucionaria” y los tildaban de “Rajados”. Era suficiente para que fueran estigmatizados, perdían todo reconocimiento social, el puesto de trabajo. Muchas familias quedaron divididas y matrimonios disueltos por la vergüenza de tener un flojo entre la familia.     

Conflictos bélicos en África, Oriente Medio, América Latina, incluso Asia. A muchos pueblos se les impuso la muerte y la destrucción en nombre de una sacrosanta solidaridad del “internacionalismo proletario”. Aunque Nicolás Maquiavelo nunca lo dijo, se le atribuye la frase “el fin justifica los medios”, ya que resume muchas de sus ideas. Realmente, Maquiavelo se quedo corto ante Fidel Castro, un tirano como Fidel, que piensa que “todo vale” para conservar su tiranía, poco importan las consecuencia. Más de un cuarto de millón de cubanos sirvieron como soldados y más de 3000 dejaron sus vidas y miles sufren las secuelas de guerras ajenas, casi todas perdidas.

Apenas dos años después de triunfar sobre Batista, en Enero de 1962, tropas cubanas desembarcan en Argelia y se involucran en un conflicto del otro lado del Océano. Era sólo el inicio de toda una cruzada que se prolongó por 30 largos años.

Le seguirían Guinea-Bissau, Mozambique, el Congo, Zaire, Angola, y muchos otros conflictos armados en otros países, que el régimen cubano apoyó con armas, instructores y soldados, siguiendo la ilusión del Che Guevara de exportar revoluciones en el mundo, no importaba si estaban dadas las condiciones o se justificaba la injerencia. Hoy se rasgan las vestiduras cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas toma la decisión de ponerle fin a un dictador que masacra a su pueblo y yo me pregunto: ¿a cuántos pueblos él se la impuso?

Ya desde mucho antes fraguaron invasiones armadas como la de República Dominicana contra Trujillo en 1965 o injerencias internas en asuntos de otros países que derivaron en golpes de estado: Chile  1976, Granada 1982, sin dejar de mencionar otras que terminaron en cruentas guerras. Aún resuena en nuestros oídos las palabras del ex Presidente del Salvador Francisco Guillermo Flores Pérez (1999-2004), cuando en el marco de la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno de los Países Iberoamericanos los días 17 y 18 de Noviembre del 2000 en Panamá, le echó en cara a Fidel Castro los muertos que le costó a su país la guerra impuesta en los años 80 del siglo pasado en Centroamérica y en la cual el pulgarcito de América estuvo involucrado.

Los movimientos guerrilleros surgieron como hongos en un bosque húmedo y muy contado fueron espontáneos como los quieren hacer ver. Lo que si no cabe dudas, es que fueron fraguados dentro de Cuba y exportados a esos países. El caso de Bolivia es el más representativo. Sus organizaciones políticas y su pueblo no lo querían, pero desde Cuba se les impuso las guerrillas comandas por el Che Guevara, un personaje que ahora se presenta como el símbolo de rebeldía, con una historia y un oscuro pasado de crímenes digno de desmitificar.

Durante  más de tres décadas, Fidel castro impuso a muchos pueblos conflictos indeseados con el único objetivo de perpetuar su dictadura, basada en su obra unipersonal y sus delirios de grandeza. Y no duden que lo haría nuevamente si tuviera los medios a su alcance, no sólo a costa del sacrificio de un solo pueblo, sino de muchos.

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